Un Espíritu transformador de paz

Así como las partes del corazón, las cuatro comisiones del CMM sirven a la comunidad mundial de iglesias afines al anabautismo, en las áreas de diaconado, fe y vida, paz y misiones. Las comisiones preparan materiales para la consideración del Concilio General, brindan guía y proponen recursos a las iglesias miembros, además, propician redes y compañerismo en relación al CMM trabajando juntos en temas de interés y enfoque común. A continuación, una de las comisiones comparte un mensaje de la perspectiva de su ministerio.


“Si queremos ser una iglesia de paz”, expone Garcia Pedro Domingos, “también debemos responder y ofrecer otras alternativas a aquellos que necesitan trabajo y estabilidad financiera”.

Domingos, proveniente de Angola, hizo este comentario durante las reuniones presenciales de la Comisión de Paz. Además, compartió historias sobre algunos de los desafíos de su país, entre ellos, cómo este continúa siendo una sociedad altamente militarizada debido a su larga guerra civil la cual terminó en el año 2002. Una de las realidades actuales, explica Domingos, es que el ejército es uno de los empleadores más estables en un país que sufre debido a las altas tasas de desempleo.

Esto también afecta al contexto Colombiano, según lo expone Jenny Neme, miembro de la Comisión de Paz (2009 - 2018).

Cuando Neme compartió parte de la historia de Colombia y de la Iglesia Menonita de ese país, Domingos mostró sorpresa así como alivio, al escuchar sobre cómo otros también luchan con realidades similares, incluso en diferentes continentes.

A pesar de la distancia y las diferencias, hay una conexión en cuanto a los desafíos que enfrentamos en nuestra búsqueda común de trabajar para avanzar hacia la paz de Dios.

Algunas veces, dentro del contexto local propio, nuestra perspectiva de la iglesia puede llevarnos a sentirnos aislados. Es posible que no sepamos acerca de las luchas que otros también enfrentan, luchas que pueden ser similares a las nuestras.

Nuestras iglesias también pueden llegar a parecer bastante homogéneas, por lo que no vemos la diversidad que podríamos desear. Esto, por supuesto, es más cierto en algunos contextos que en otros.

Sin embargo, cuando solamente miramos nuestro contexto local y nuestras expresiones eclesiales como El fundamento de nuestra iglesia, no reconocemos la manera en que otras iglesias alrededor del mundo ofrecen una idea de quiénes podemos ser de manera conjunta– lo anterior, al compartir los desafíos y las cargas de los demás, así como los dones y las diferencias.

Además, al tener un enfoque local limitado, no reconocemos la belleza multicultural que se ha convertido en realidad dentro de nuestra comunión global como Congreso Mundial Menonita. Esta perspectiva más amplia proporciona una mirada alentadora que puede alimentar nuestro impulso, para que las congregaciones locales encarnen este mosaico multicultural en nuestros propios contextos.

Este mosaico de diversidad ofrece una realidad hermosa y esperanzadora. Muestra una iglesia que es verdaderamente global. Gente de todo el mundo, representando diferentes países, realidades socio- económicas, razas, edades y género se reúnen como una familia; esto proporciona una oportunidad para compartir nuestras vidas mutuamente.

Lo anterior, sin embargo, no quiere decir que no se presenten tensiones, diferencias y/o desafíos. Como en cualquier familia, el desacuerdo es parte de la riqueza de las relaciones. No obstante, esto ofrece oportunidades para aprender los unos de los otros, experimentar diferentes maneras de hacer las cosas, además de volvernos más conscientes de los diferentes desafíos alrededor del mundo.

Al ampliar nuestra perspectiva a las realidades de otros hermanos y hermanas a nivel mundial, aprendemos sobre los desafíos que conlleva ser testigos de la paz.

Nuestro mundo continúa sufriendo los efectos de una adicción a la violencia, la avaricia y el egocentrismo, los cuales no nos permiten vivir relaciones adecuadas con los demás, con el mundo y con Dios. Aun así, cuando nos reunimos para adorar, construir relaciones y compartir sobre los desafíos que enfrentamos, abrimos nuestras vidas y nuestras perspectivas del mundo a la presencia del Espíritu Santo que nos transforma a través de estas experiencias.

Tales experiencias nos proporcionan continuas oportunidades para explorar cómo podemos caminar juntos, siendo testigos de la paz de Dios en el mundo. 

—Un Comunicado del Congreso Mundial Menonita por Andrew Suderman, secretario de Comisión de Paz del CMM

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