Una teología de hospitalidad intereclesial e identidad denominacional

El Congreso Mundial Menonita inició el primer diálogo formal con la Alianza Bautista Mundial en 1989. Desde entonces, el CMM ha emprendido conversaciones con la Federación Luterana Mundial, Adventistas del Séptimo Día, católicos, y más recientemente, el diálogo trilateral de cinco años con luteranos y católicos. Al reconocer cuán valiosos eran dichos diálogos, la Comisión de Fe y Vida elaboró este documento a fin de que contribuya a que las iglesias nacionales y las congregaciones locales tengan una mejor comprensión del fundamento teológico de la hospitalidad ecuménica, y para señalar por qué pensamos que tales conversaciones son compatibles con los valores anabautistas. El documento fue aprobado como recurso didáctico por el Concilio General en Limuru, Kenia, en abril de 2018.


Cuando hablamos de la iglesia mundial de Cristo en el contexto del Congreso Mundial Menonita, la primera carta del apóstol Pablo a la iglesia de Corinto brinda un punto de referencia valioso. En el capítulo 13, que se centra en el tema del amor, Pablo reconoce que todo el conocimiento humano –incluso el conocimiento cristiano, teológico y denominacional– es limitado. Cuando hacemos teología, conocemos solo “en parte” (1 Corintios 13,9), viendo la verdad como un “reflejo en un espejo” (1 Corintios 13,12). Nuestro conocimiento, al igual que nuestra capacidad de entender, siempre está influenciado por nuestra perspectiva. En la eterna presencia de Dios, las cosas serán diferentes (1 Corintios 13,12). Pero, por ahora, es todo lo que tenemos. En nuestro peregrinaje como seres humanos –limitado por el tiempo, el espacio y nuestros cinco sentidos–nuestro conocimiento es siempre parcial, y nuestra comprensión de la Verdad está determinada por nuestro contexto y perspectivas personales.

Esta es la razón por la cual deberíamos ser considerados, pacientes, tener empatía, y sobre todo, ser bondadosos unos con otros. “Donde hay conocimiento”, escribe Pablo, “este desaparecerá ... Ahora vemos de manera indirecta, como en un espejo, y borrosamente ... Mi conocimiento es ahora imperfecto, pero un día conoceré a Dios como él me ha conocido siempre a mí. Tres cosas hay que son permanentes: la fe, la esperanza y el amor; pero la más importante de las tres es el amor.” (1 Corintios 13,8–13). Entonces siempre que cristianos de diferentes tradiciones teológicas nos encontremos y dialoguemos, deberíamos hacerlo con el espíritu de las tres grandes virtudes cristianas que son permanentes.

Pablo también señala que como cristianos hablamos diferentes idiomas, tanto literalmente como en el sentido de nuestras diversas identidades teológicas, acontecimientos históricos y realidades contextuales. “Sin duda”, escribe Pablo, “hay muchos idiomas en el mundo, y ninguno carece de 2significado. Pero si no conozco el significado de las palabras, seré extranjero para el que habla, y él será extranjero para mí”... (1 Corintios 14,10–11).

Estas son limitaciones genuinas. Pero reconocerlo también puede volverse una experiencia liberadora: soy libre de reafirmar mi identidad y mi punto de vista, ya que “es la única que tengo”. Pero también soy libre de reconocer la posibilidad de que otros tengan su propia perspectiva, su propio punto de vista, sus propias limitaciones contextuales e históricas. Y es también liberador saber que todo esto puede pasar con el espíritu y el poder de “la fe, la esperanza, y el amor”.

1. Necesitamos identidad confesional y denominacional

Uno podría lamentar la división de la iglesia cristiana en tantas denominaciones y tradiciones. Pero después de dos mil años de cristiandad, esta realidad no es necesariamente mala en sí, siempre y cuando recordemos la oración del Señor por la unidad cristiana en Juan 17. De hecho, las identidades denominacionales podrían resultar útiles o incluso necesarias.

1.1 Ninguna iglesia o denominación es capaz de captar toda la riqueza de Dios; la diversidad es esencial para construir unidad.

Para que el cuerpo funcione bien, el ojo debe ser ojo; el oído debe ser oído; la mano debe ser mano (1 Corintios 12,15–20). Si se eliminan estas diferencias, el cuerpo no puede sobrevivir.

1.2 A lo largo de la historia, las denominaciones han ayudado a aplicar el evangelio a situaciones específicas.

Por ejemplo, en un tiempo en que la iglesia era adinerada y se veía envuelta en políticas mundanas, los franciscanos querían vivir las palabras de Jesús en el Sermón del Monte de modo radical.En un tiempo en que algunos cristianos pagaban por el perdón de los pecados, Lutero redescubrió el evangelio de la gracia gratuita. Los anabautistas se atrevieron a hacer hincapié en la práctica bíblica del bautismo voluntario y la no violencia, rompiendo con el estatus quo respaldado por las iglesias estatales católicas y protestantes, incluso a costa de una dura persecución y del exilio. Los metodistas surgieron en un momento en que se necesitaba una renovación; y los pentecostales surgieron en un contexto de discriminación racial y rigidez institucional.

1.3 Las denominaciones aportan correctivos: en sus comienzos, cada denominación surgió como un correctivo a los problemas éticos o espirituales de la iglesia.

Por tal motivo, las denominaciones deben mantenerse flexibles. Lo que era verdadero y necesario en un momento, podría convertirse en algo incorrecto e inútil en un contexto histórico o cultural diferente. Esto le ocurrió al pueblo de Israel con la serpiente de hierro, que una vez fuera símbolo de salvación, y luego se convirtió en un objeto de idolatría. Por eso, las denominaciones deben ser receptivas a la renovación –para corregir lo que está mal y abordar posibles carencias bíblicas–si quieren mantenerse fieles al espíritu de sus padres y madres fundadores.

1.4 Cada denominación tiene dones y virtudes específicos que deben ser compartidos para beneficio de todos.

El “banquete” cristiano interdenominacional es un don verdadero y maravilloso para la iglesia mundial dado que podemos aprender mucho unos de otros: por ejemplo, la erudición de los jesuitas, o el estilo de vida sencillo de los franciscanos; el misticismo centrado en Cristo de Meister Eckhart, Juan de la Cruz y Gerhard Tersteegen; el celo por las misiones, la educación cristiana y la espiritualidad de los pietistas; el biblicismo, la no violencia y las convicciones de los creyentes de la iglesia de los anabautistas; los principios de sola fide, sola gratia y sola scriptura de los luteranos; la soberanía y gloria de Dios en la tradición calvinista; el “método” cristiano de los metodistas; la evangelización personal de los bautistas; la comunidad de discernimiento de los cuáqueros; la vida simple de los Amish; la dimensión trascendental del poder divino de los pentecostales; el reino “al revés” de las “comunidades de base” latinoamericanas, etc.

Por lo tanto, no es la uniformidad sino la diversidad la que contribuye a la edificación del cuerpo único de Cristo (Efesios 4,1–16).

2. Necesitamos un ecumenismo centrado en Cristo

Las iglesias y denominaciones no deberían permanecer solas o aisladas unas de otras. Necesitan hospitalidad y diálogo intereclesiales.

2.1 Las iglesias deberían celebrar el cuerpo de Cristo.

Efesios 4,4–6 nos recuerda que hay un solo Espíritu, una sola esperanza, un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo y un Padre divino. Cuando Cristo regrese, gente de “todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas” se unirán como una comunidad de alabanza para darle la bienvenida (Apocalipsis 7,9). Otros pasajes de las Escrituras afirman que hay una sola “esposa del Cordero” (Apocalipsis 19,7); un solo “pueblo de Dios” (1 Pedro 2,9–10); una sola “familia de fe” (Gálatas 6,10); un solo “cuerpo de Cristo” (Romanos 12,5); un solo “reino celestial” (Mateo 16,19). Más allá de la historia de las denominaciones, la iglesia es una unidad existencial unida mediante su redención en el trino Dios.

2.2 Esto significa que como hijos e hijas de Dios, somos todos “hermanos y hermanas”.

Según Efesios 3,14–15, nuestro parentesco común con Dios nos convierte en familia y parientes. El dicho, “puedes elegir a tus amigos, pero no puedes elegir a tu familia”, es válido para las relaciones intereclesiales: quien pertenezca a Dios es mi hermano o mi hermana. Desde un punto de vista eterno, no hay “primos hermanos”, ni “primos segundos”, ni “parientes lejanos” en la “familia de Dios”.

2.3 Las distintas iglesias y tradiciones podrían complementarse.

En Romanos 12,4-5 y 1 Corintios 12,12–20 se hace hincapié en que los miembros de un cuerpo son diferentes, pero que su diversidad le permite al cuerpo funcionar como debería. Desde luego, no todos los miembros son iguales en cuanto a su carácter y funcionamiento: una sola cabeza coordina una labor divina. Pero si el cuerpo va a funcionar bien, las diferencias entre los miembros son esenciales. Nadie puede desechar a otro miembro del cuerpo de Cristo como si pudiera prescindir de él. Nadie tiene todos los dones necesarios. El cuerpo es más que oídos, boca u ojos. Esto es cierto tanto para la comunidad local como para el peregrinaje común de diferentes tradiciones cristianas.

2.4 Las iglesias están llamadas a ayudarse y a edificarse unas a otras.

Los miembros débiles necesitan a los fuertes; y hay momentos en que la debilidad o la vulnerabilidad de un miembro del cuerpo revela el carácter de Cristo. Como escribe Pablo, “los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios; y los miembros del cuerpo que nos parecen menos dignos, a estos vestimos más dignamente” (1 Corintios 12,22–23).

Conclusiones

En la familia de Dios (ecúmene) es necesario que estemos preparados para vivir en la “diversidad reconciliada”: que seamos valientes para reafirmar nuestra herencia, legado y contribución denominacionales y, a la vez, humildes para reconocer nuestro conocimiento limitado.

Sea cual fuere la verdad que Dios les haya confiado a las diferentes denominaciones y su historia, necesita ser escuchada, preservada y expresada. Las minorías no deberían ser dominadas por la mayoría.

Pero incluso cuando reconocemos que la diversidad es saludable, también es necesaria la humildad. No todo de nuestras historias denominacionales particulares es bueno, bíblico o agradable a Dios. Se podría haber evitado muchas rupturas. Es necesario que muchos recuerdos se sanen. Muchas condenas requieren arrepentimiento y reconciliación. Los pecados y errores del pasado deben ser confesados y perdonados. Después de todo, la iglesia ha recibido el ministerio de la reconciliación (2 Corintios 5,18–19). Si nuestro testimonio va a ser creíble para el mundo entero, la tarea de reconciliación debe comenzar en la “familia de Dios” (Efesios 2,19).

Este compromiso con el ministerio de la reconciliación, tomará indudablemente muchas formas. En algunas instancias, podría implicar la unidad formal y plena en todos los aspectos de la vida y la práctica eclesial; con otros grupos, podría ser simplemente una unidad funcional, en que acordemos colaborar en un número limitado de iniciativas. Pero en todas las instancias, nuestra orientación eclesial será con miras a la reconciliación, más que a una identidad que esté anclada principalmente en nuestras diferencias.

Alfred Neufeld Friesen, de Asunción, Paraguay, presidente de la Comisión de Fe y Vida del CMM, y anciano de la Iglesia de los Hermanos Menonitas. Además, es decano de la Universidad Evangélica del Paraguay (al momento de la redacción).

 


“Ecumenismo” es la tendencia o movimiento que busca la restauración de la unidad de los cristianos, es decir la unidad de las distintas confesiones religiosas cristianas “históricas”, separadas desde los grandes cismas. Del griego antiguo οἰκουμένη, (oikoumenē, “tierra habitada”).

1 Corinthians 13,12: “reflejo en un espejo” – literalmente “como un enigma” (del griego ainigmati).


Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en abril de 2020. Haga clic aquí para leer otros artículos de este número


23 de julio de 1955–24 de junio de 2020

El Congreso Mundial Menonita (CMM) perdió a Alfred Neufeld Friesen, un prolífico autor, teólogo, historiador y maestro que moldeó la teología anabautista a nivel mundial. Neufeld falleció el 24 de junio de 2020 en Muenster, Alemania, después de un tratamiento por cáncer de hígado.

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