Diáconos: servidores en la casa del Señor


Así como las partes del corazón, las cuatro comisiones del CMM sirven a la comunidad mundial de iglesias afines al anabautismo, en las áreas de diaconado, fe y vida, paz y misiones. Las comisiones preparan materiales para la consideración del Concilio General, brindan guía y proponen recursos a las iglesias miembros, además, propician redes y compañerismo en relación al CMM trabajando juntos en temas de interés y enfoque común. A continuación, una de las comisiones comparte un mensaje de la perspectiva de su ministerio.


¿Dónde se encuentra su fuente de referencia cuando se pregunta sobre cuál es la tarea de un diácono? Muy a menudo nos dirigimos a Hechos 6:1-6, aunque la palabra “diácono” o “servidor” (diakonos) no aparece en este texto. En este fragmento bíblico, la comunidad provee para aquellos que están en necesidad, así que mientras la iglesia crece, las necesidades crecen también. La comunidad designa personas para organizar la distribución diaria de los alimentos; estas personas – los diáconos – escuchan las necesidades y las satisfacen con los medios compartidos por la misma comunidad.

¿Es esta la esencia del trabajo de un diácono?

En este pasaje, encuentro dos puntos que influyen en nuestras percepciones del trabajo de un diácono.

En primer lugar, están los apóstoles razonando: “No está bien que nosotros los apóstoles descuidemos el ministerio de la palabra de Dios para servir las mesas”. (Hechos 6:2).

¿Será que escucho aquí una suposición subyacente la cual implica que predicar es más importante que cuidar de las necesidades físicas? El pasaje parece contener posturas dualistas que separan el servicio humanitario de la predicación del evangelio. Tal división puede impedirnos ver los aspectos espirituales en el trabajo del diácono. El servicio a la Palabra es como orar y predicar, de hecho, es orar y predicar.

En segundo lugar, en Hechos, la tarea de un diácono está definida por las necesidades obvias en la comunidad. Parece que la tarea del diácono está solamente cumplida cuando las necesidades están satisfechas. Es ciertamente muy importante que los diáconos escuchen el llanto de los necesitados y busquen maneras de  responder, pero muy a menudo, cuando escucho a los diáconos en las comunidades locales, percibo que ellos están abrumados por las expectativas y sienten que se están quedando cortos con respecto a lo que se espera de ellos.

Cuando compartimos experiencias en nuestra Comisión, algunos hablan sobre estas expectativas incumplidas. Las necesidades de la iglesia a nivel mundial son infinitas, por lo tanto es difícil elegir: ¿Cómo se puede saber que es lo más urgente?

Pero también hay otras voces: cuando los miembros de la Comisión de Diáconos comparten con aquellos en necesidad, también se enriquecen. La comunidad se presenta ante los diáconos con regalos inesperados, algo que rompe la jerarquía entre el dador y aquellos que reciben.

Entonces de nuevo: ¿Dónde buscamos orientación para un diácono?

Para nuestra Comisión, el hecho de que Jesús lavara los pies de sus discípulos (Juan 13:1-20) nos brinda una imagen más integral de un diácono.

Jesús hace el trabajo de un esclavo de la casa, estos sirvientes son fácilmente ignorados porque usualmente no están entre los personajes principales alrededor de los cuales gira la trama de la historia. Jesús no niega que Él es el Señor y el Maestro, pero lo es como un esclavo de la casa. Él satisface las necesidades de sus discípulos como invitados en la casa de su Padre; Él se identifica con lo que representa la casa de Dios.

Jesús es el modelo de lo que necesita ser hecho con los invitados, más allá de lo que los invitados piensan que necesitan. Mientras Jesús les lava los pies, participan conjuntamente en ese profundo movimiento que define lo que significa la “casa de Dios”: Jesús los ama hasta el final (Juan 13:1).

Ser un diácono, entonces, es un rol para todos los ministros que están al servicio de la Palabra. No se puede realmente predicar el evangelio si no se es un diácono, no se puede servir a la iglesia con verdad, no se puede trabajar por la reconciliación, la paz y la justicia sin serlo.

Así, la tarea de un diácono es estar junto a los necesitados en la comunidad, sabiendo que los necesitamos a ellos probablemente más de lo que ellos necesitan lo que podemos dar u ofrecer. Es así que juntos participamos de la vida de la Casa del Padre.

Mientras reflexionábamos sobre este pasaje, nuestra Comisión se dio cuenta de la dificultad de escuchar las voces de aquellos que no expresan sus necesidades. ¿Cómo podemos asegurarnos de que nuestra atención no está moldeada por aquellos que lloran más fuerte o por lo que los medios indican que es lo más urgente? ¿Cómo podemos ver a aquellos que son fácilmente ignorados?

Ciertamente dependemos del Espíritu de Dios para superar nuestra ceguera.

—Un comunicado del Congreso Mundial Menonita escrito por Jürg Bräker, miembro de la Comisión de Diáconos, Secretario General de la Konferenz der Mennoniten der Schweiz (Alttäufer), Conferencia Menonita Suiza (Anabautista).

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